1 – La lengua de las mariposas:
Esta película del 1999 está basada en tren cuentos
del escritor gallego Manuel Rivas; los tres de la misma colección:
¿Qué me queres, amor? (1995).
El guión lo adaptó Rafael Azcona, ganando por ello el Goya al mejor
guión adaptado. La película también fue candidata a otros Goya el
mismo año, lo que demuestra la consistencia y la calidad técnica
global del film. El propio Azcona contó que la idea de añadir dos
cuentos más, además de La lengua de las mariposas,
se originó por la creencia de que el material narrativo de este
cuento no sería suficiente para rellenar una película completa.
Aunque técnicamente hayan conseguido cohesionar las tres historias,
no deja de haber una sensación de desconexión entre las tres.
Coserlas bien hubiera requerido sin duda deshacer y volver a hacer
desde un principio, transformando severamente los tres casos. El
resultado hubiera sido sin duda mejor.
Atendiendo ya al
contenido; La lengua de las mariposas se
desarrolla en la Galicia rural republicana, siendo el levantamiento
militar de 1936 el punto de inflexión que llevará la película a su
final. La historia nos sitúa en los ojos de Pardal, un chiquillo que
empieza en la escuela. Vivimos a través de este personaje un
aprendizaje o un despertar en todos los ámbitos de la vida. Se
refleja muy bien la incomprensión por parte del niño de todo cuanto
le rodea, o la comprensión parcial de los asuntos. El profesor
Gregorio es un figura que ensalza a los profesores rurales de la
República, bueno, dispuesto, poco severo y preocupado sinceramente
por el crecimiento personal de sus pupilos. Desde que Pardal acude
nervioso y con mucho miedo a la escuela por primera vez, se van
creando a lo largo de la película las bases para un entorno apacible
y pacífico en el que los niños podrán desarrollarse como personas.
Sin embargo, como ya dije, el levantamiento militar sacudirá este
mundo con consecuencias que no diré para quien no conozca aún el
final. Diré solamente, que desde el punto de vista psicológico
demuestra gran suspicacia e inteligencia, haciendo dar un giro que
dice muchas cosas sobre la opinión del autor acerca de este momento
histórico, y que bien podría extrapolarse al conjunto social. Esta
es la historia de un niño, pero no solo de un niño. Es mucho más.
2 – También la lluvia
Con guión del hindú Paul Laverty, es una película fascinante desde su idea. Personalmente me fascinó desde que la vi. Un tema que debería ser tratado, el de las dos colonizaciones de América; la brutal y la económica.
La historia es una película dentro de la película.
Un equipo de productores, actores y directores llegan a Bolivia para
filmar una película sobre la figura de Fray Bartolomé de las Casas,
un fraile español que en el siglo XV defendió el derecho de los
indios americanos a ser tratados con la dignidad que la persona
merece, y no bajo la explotación a la que los españoles los
obligaban. A raíz de este tema, se observa la hipocresía del equipo
cinematográfico, venerando la figura del justo Fray Bartolomé
mientras disfrutan de festines servidos por los camareros bolivianos;
practican los discursos exaltados bajo la maridad de los locales que
trabajan en la película, y que son tratados como mano de obra barata
por los productores.
Quizá, la crítica que se le pueda hacer al guión
es la poca originalidad en el giro argumental en el plano personal.
El tema político no sostiene un entramado narrativo por sí solo y
se hace necesario dotarlo de un plano personal y emotivo para
capturar la atención y el interés del espectador. Sin embargo, este
plano no está del todo bien conseguido, a mi juicio. El giro
psicológico de los personajes es algo predecible e incluso un pelín
ñoño. De todas formas, la forma de tratar paralelamente el tema de
la colonización antigua con la nueva explotación económica me
parece una genialidad. Una película que todo el mundo debería ver a
ambos lados del charco. Los proyectos de este tipo son los que merecen megaproducciones.
3 – El rey pasmado
Película cómica e histórica basada en la novela Crónica del
Rey pasmado, del escritor
gallego Gonzalo Torrente Ballester. Curiosamente la obra fue adaptada
por su hijo, Gonzalo Torrente Malvido, quien ganó el Goya al mejor
guión adaptado por esta película. La adaptación está bien
conseguida en cuanto mantiene el mismo tono y que el libro. Se puede
decir que continúa siendo la misma obra, mientras que otras
adaptaciones cambian más el original, dando paso a la mayor o menor
pericia del guionista, que puede mejor o empeorar el asunto. En este
caso, la película responde al fondo y la forma de la novela, punto
por punto.
La historia trata
de la vida del Rey Felipe IV, que en el papel de pasmado interpreta
estupendamente Gabino Diego, y transcurre en el siglo XVII español.
La grandeza de esta obra, que escribió Torrente Ballester ya en su
madurez literaria, consiste en dotar a personajes históricos que
habitualmente consideramos como una pintura, un párrafo en un libro,
o una cita en una conversación algo pedante; de aquellas bajezas
humanas, de los sentimientos o los deseos más humanos y ridículos.
Por ejemplo, una escena en la que el Rey se escapa sin que nadie lo
siga y entra en una sala misteriosa. ¿Para qué? Para observar con
aturdimiento obras pictóricas de mujeres desnudas. ¿Creíamos que
aquellos cuadros eran algo refinado que veneraba la historia de la
pintura? Pues eran más bien la pornografía de la época. ¿Creíamos
que un Rey las contemplaría desde una superioridad moral, una fuerza
personal, un corazón de hierro, que lo hacía casi inhumano? Pues
este Rey las contempla anonadado por la belleza del cuerpo femenino
desnudo, algo que él apenas todavía conoce.
Además de esto, la
obra cuenta con otros atractivos. La severidad y profunda defensa de
los dogmas más restrictivos por parte de las autoridades, y de
aquellos que buscan medrar, mientras
que al Rey le trae sin cuidado todo eso, ya que anda disperso por sus
propias preocupaciones personales. ¿Creíamos que esto no podría
suceder en un Rey? El tema de las discusiones teológicas en las
diferentes ramas de la religión, las nuevas ideas de un fraile
portugués que estuvo en América y llega ahora a la capital con
ideas poco menos que heréticas. También aparece reseñada la mezcla
entre lo real y lo ficticio, asunto recurrente en la obra de Torrente Ballester, y que imperaba entre la gente vulgar de la época tratada, que
daba crédito a visiones y rumores sobre cualquier acaecimiento
fantástico.
Es la visión
histórica de un hombre ya mayor, que ha aprendido a observar bien la
naturaleza humana, y que ya no tiene vergüenza ni reparo en contar
las nimiedades y dejar de obsesionarse por los tratamiento
grandilocuentes. Un canto a lo pequeño de la vida, y cómo esas
pequeñas cosas interfieren con las grandes, aunque a veces no lo
sepamos ver. Un testimonio histórico igual de real a los que estamos
acostumbrados, pero sobre cuestiones poco convencionales.
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